Día 7
Vikingos en la Tierra Verde - Patricio Killian y Sebastián Vargas
Pág. 112 - Perseguidos
Los primeros días después de mi llegada a Eriksfiord todos me veían con pena, como un niño desgraciado que había perdido a su madre y a sus abuelos. Luego, cuando llegó la noticia del último naufragio de Biarni, me consideraron un huérfano sin herencia. Pero, poco a poco, todos empezaron a murmurar algo que yo había pensado pero no dicho: la desgracia me seguía.
En efecto, cuando llegué a Eriksfiord fue como si la desgracia hubiera rastreado mis huellas desde Heriolfnes para acompañarme en mi nuevo hogar: y la casa de Erik, que hasta entonces había sido la patria de la buena suerte, se tiñó bien pronto de los oscuros colores del infortunio.
Y tal vez la bienaventuranza sea una compañera fiel; pero nada se copara con la persistencia de la desgracia, una vez que huele la sangre de su presa.
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