jueves, 7 de julio de 2016

Ruinas

Aturdido, abatido, agazapado. En una esquina.
Perversa esquirla la de ese amor infame.
Ojos cerrados en pleno bullicio
sus manos atadas.

No más preguntas por formular:
que si el azar perdona
si el destino promete
si la lluvia ya no mojara
mi estampa ¿sería diferente?.

Las fuerzas apagadas de un tigre herido
el pecho enardecido, al rojo fuego.
Una llama escapó hacia el vacío 
y no hubo más centellas en el cielo.

Aire vibrante en sus orejas frías
en sus pies, en las plantas.
Un abrigo que no abriga
una daga en la garganta.

"Las redes de la vida", dicen
ese entuerto en el camino.

Una lágrima quema
tanto
como el látigo de la culpa
y nos deja tirados 
en el medio del oblicuo destino.



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