La línea de largada agrupaba a centenares de corredores listos para la carrera.
Ni uno vestía de gala, sólo shorts, remera y zapatillas. Ninguno listo para el glamour que reclama el triunfo.
Sólo uno miraba permanentemente la meta, estaba parado detrás de otro que sólo miraba sus pies.
Ganó una mujer, que no bien cruzó la línea cayó desplomada. En su mano llevaba apretada una nota que decía: "Sólo permítanme descansar unos minutos, luego tengo otros compromisos".
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