El aire tenue de primavera levantó su falda y no hubo ojos
en aquella plaza para los que su desmesura pasara inadvertida. Corrió a
resguardo de su vergüenza y se detuvo frente una vidriera que anunciaba una
obra callejera de teatro y música que empezaría justo en una hora, allí mismo.
No había nombres más que el de la puesta pero sí la llamativa promesa de
extrema diversión. Desmenuzó el tiempo hasta el inicio y cuando la protagonista
apareció en escena ella simplemente se esfumó, como por arte de magia, como en
un pase de manos.
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