La caída más dulce es la de caer en amor. Para quedarse guardado, envasado al vacío. Una caída dulcísima, sin medias tintas. Absoluta.
¿Y si agujereo el envoltorio y dejo que por casualidad el aire me toque?
Y sí, lo hago. Y sí, me gusta. Y el vacío que me contiene me invade y me subyuga. Doy y recibo, voy y vuelvo de mí al todo.
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