miércoles, 21 de febrero de 2018

Día 4

La noche del oráculo - Paul Auster 

Pág. 28

Pero quiero ir más allá del cuerpo de Grace, más allá de los incidentales detalles de su persona física. Los cuerpos cuentan, desde luego -cuentan más de lo que estamos dispuestos a admitir-: pero no nos enamoramos de los cuerpos, nos enamoramos de lo que somos, y si en gran parte nuestra naturaleza se ve circunscrita a un ámbito de carne y hueso, también hay otra cosa. Eso lo sabemos todos, pero en cuanto nos apartamos de un catálogo de apariencias y cualidades superficiales, las palabras empiezan a fallar, a desmenuzarse en confusiones místicas y metáforas nebulosas, insustanciales. Algunos lo denominan la llama de la existencia. Otros, la chispa interior o la luz íntima de la personalidad.  Y otros se refieren a la llama de la esencia. Los términos siempre evocan imágenes de luz y calor, y esa fuerza, ese principio vital que a veces llamamos alma, siempre se comunica al otro a través de la mirada. Seguro que los poetas acertaban al insistir en ese punto. El misterio del deseo empieza cuando se mira a los ojos al ser amado, porque únicamente allí puede percibirse un destello de quién es esa persona.

No hay comentarios: