1924
Martes
De Franz Kafka a Milena Jesenka
Esta mañana volví a soñar contigo. Estábamos sentados juntos, y tú me apartabas, no de mal modo, sino amablemente. Yo me sentía muy desdichado. No porque me apartaras, sino por mi culpa, porque te trataba como a una silenciosa cualquiera, y no percibía la voz que me hablaba en ti, que justamente me hablaba a mí. O tal vez no fuera que no la percibiera, sino que no pudiera contestar. Más desconsolado aún que en el otro sueño, me iba.
Me acude a la memoria algo que una vez leí en alguna parte, más o menos era así: "Mi amada es una columna de fuego, que se traslada por la tierra. Ahora me tiene preso. Pero no conduce a los que ha apresado, sino a los que la ven".
Tuyo, Franz
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