Se dio de frente con su realidad: completo por fuera, vacío
por dentro. Cuando reparó en sí mismo, su presente le devolvió el reflejo de su
historia, una inacabable sucesión de desacertadas encuentros amorosos que sólo
revelaron, uno a uno, la inocencia, el desparpajo y la falta absoluta de
respeto mutuo.
Y así, enraizado en una creencia que suponía genuina, deshojó
sus penas hasta volverse, simplemente, un fantasma de hueso.